Desaceleración económica en Europa: ¿Seis años perdidos?

La economía europea se está desacelerando debido a que su modelo sigue dependiendo de un comercio mundial en evolución, con exportaciones estancadas y una industria alemana que retrocede a los niveles de 2005.

A pesar de ello, la demanda interna se mantiene mejor de lo esperado gracias a la estabilización de las tasas al 2 %, con un PIB en aumento y un destacado desempeño francés en el tercer trimestre de 2025.

Los bloqueos internos del mercado europeo, equivalentes al 100 % en servicios y 65 % en bienes, obstaculizan la innovación y empeoran los años de inacción denunciados por Christine Lagarde.

La economía europea avanza con una carga estructural que sus líderes se niegan a abordar: su modelo todavía se basa en un mundo que ya no funciona. Christine Lagarde lo ha recordado con firmeza durante el European Banking Congress en Frankfurt. El mensaje es claro: la Unión está pagando hoy seis años de inmovilismo, mientras que su motor histórico, las exportaciones, se gripa ante nuestros ojos.

Las cifras del comercio exterior hablan alto y claro. Una proyección del BCE anticipaba un crecimiento de alrededor del 8 % en las exportaciones de la zona euro para mediados de 2025. Dos años después, la realidad es brutal: cero crecimiento. Nada. Un muro.

La industria europea a medio gas

Los países con una sólida base industrial están sufriendo el golpe con más intensidad. Alemania, durante mucho tiempo bastión manufacturero de Europa, cae a niveles de producción cercanos a los de 2005. Automóviles, ingeniería, mecánica: los pilares tiemblan. La crisis no es espectacular, pero es profunda, estructural, persistente.

De manera más mesurada, Joachim Nagel (Bundesbank) matizaba el panorama al recordar que el nivel de vida europeo no ha caído tanto como se repite. Una forma de decir que Europa puede mejorar, pero aún no está fuera de juego.

Las señales resistentes de la economía doméstica

A pesar de todo, la zona euro muestra fuerzas latentes que el BCE desea ver plenamente aprovechadas. El crecimiento de 2025 sorprende al alza. En el tercer trimestre, el PIB crece el doble de lo esperado. Francia incluso firma su mejor rendimiento desde 2023. Tras ocho recortes consecutivos, las tasas de interés se estabilizan en el 2 %. Un entorno monetario más laxo finalmente proporciona alivio a la demanda interna, que mejor amortigua las turbulencias mundiales.

Las barreras internas que sofocan el crecimiento

Lagarde señala un problema ampliamente subestimado: el mercado interior europeo sigue funcionando como un mosaico de microregulaciones nacionales. Los obstáculos equivaldrían, según un análisis próximo del BCE, a un arancel del 100 % en servicios y del 65 % en bienes. En un momento en que la UE busca competir con los bloques americanos y asiáticos, estos bloqueos internos frenan la innovación, la competencia y la mejora de la calidad. Una Europa que no se mueve es una Europa que se retrasa.

Christine Lagarde insiste en la urgencia de actuar

Para la presidenta del BCE, la última década ha sido un desperdicio estratégico. Los bloqueos administrativos, los compromisos interminables y la timidez política han dejado al continente en una zona gris: no hay una crisis espectacular, pero sí una erosión lenta. Cada choque global, comercial, tecnológico, geopolítico, hace que Europa caiga un peldaño más. Individualmente, estos retrocesos parecen menores. Sin embargo, juntos, pesan mucho en la productividad, la inversión y la ambición industrial.

Seis años perdidos, seis años por recuperar

Lagarde advierte: repetir este ciclo de inacción sería más que un error. Sería un error político. Europa debe fortalecer su mercado interior, capitalizar las señales positivas de su economía doméstica y modernizar un modelo que se ha vuelto vulnerable. En un mundo que se redefine, la Unión ya no tiene el lujo de esperar.

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