Los gigantes de la banca estadounidense, incluyendo JPMorgan, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo, actualmente están en conversaciones para la creación de un stablecoin conjunto. El objetivo es mejorar los pagos, acelerar las transacciones… y sobre todo, contrarrestar la ofensiva de los actores cripto.
Una alianza bancaria estratégica en gestación
De acuerdo al Wall Street Journal, las conversaciones se encuentran en una etapa preliminar, pero la idea es atractiva: un stablecoin respaldado por el dólar, liderado por los grandes bancos, y posiblemente abierto a otras instituciones financieras. Entidades como Early Warning Services (operador de Zelle) o The Clearing House (especialista en pagos en tiempo real) también están involucradas en las negociaciones.
El interés es evidente. Mientras que las transferencias internacionales a veces tardan varios días, los stablecoins permiten liquidaciones en cuestión de segundos. Al adoptar esta tecnología, los bancos podrían racionalizar sus operaciones manteniendo el control sobre la infraestructura.
Una respuesta a la presión regulatoria… y competitiva
Esta iniciativa surge en un momento en que Washington finalmente avanza en el terreno de la regulación. El Senado acaba de hacer avanzar la LEY GENIUS, un marco regulatorio presentado como “pro-crecimiento” para los stablecoins de pago. Como resultado, las fronteras entre los bancos tradicionales y las cripto cada vez se difuminan.
Algunas fintechs cripto ya están buscando obtener una licencia bancaria. Por otro lado, instituciones como Société Générale han tomado la delantera. Su filial SG Forge lanzó el stablecoin EURCV en 2023, denominado en euros, y ahora planea una versión en dólares.
Hacia un stablecoin made in Wall Street?
Si este proyecto ve la luz, marcaría un punto de inflexión importante: por primera vez, los grandes bancos estadounidenses se unirían para emitir su propia moneda digital. Una ofensiva directa contra los USDT, USDC y otros stablecoins privados dominantes en los mercados cripto.
Por ahora, nada está escrito en piedra. Pero el mensaje es claro: Wall Street no quiere quedarse rezagado en la carrera hacia los pagos instantáneos.