Desde que regresó a la Casa Blanca hace solo ocho meses, Donald Trump está atacando uno de los últimos bastiones de independencia en Estados Unidos: la producción de estadísticas económicas. En tan solo unos días, despidió a la directora de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), el equivalente estadounidense del INSEE, y se prepara para nombrar a un nuevo gobernador de la Reserva Federal. Es un claro mensaje: Trump quiere recuperar el control de los indicadores que mueven los mercados.
El despido que sacude Wall Street
Trump destituyó a la directora del BLS, Erika McEntarfer, después de un informe sobre el empleo que consideró “catastrófico”, acusándola de manipular datos sin presentar pruebas.
Un acto sin precedentes y con graves consecuencias. El BLS, responsable de datos sobre empleo, inflación y salarios, influye en decisiones políticas, financieras y monetarias cruciales. Al atacarlo, Trump corre el riesgo de socavar la confianza en todo el ecosistema económico estadounidense.
Control total: próximo objetivo, la Fed
Simultáneamente, Adriana Kugler, gobernadora de la Fed, renuncia. Trump aprovecha la oportunidad: planea nombrar pronto a su propio candidato. Oficialmente, Kugler se va por no estar de acuerdo con la visión de Trump sobre las tasas de interés y la “inacción de Powell”, chocando con el resto del comité.
El objetivo es claro: preparar un cambio en la Fed. Trump insiste desde hace meses en que las tasas están demasiado altas. Sueña con reemplazar a Jerome Powell, cuyo mandato termina en mayo de 2026, por un aliado leal. Si Powell decidiera quedarse en el comité hasta 2028, Trump podría intentar marginarlo cambiando la dinámica interna del comité.
Hassett, Warsh, Bessent: los fieles en la sombra
Tres nombres suenan como posibles reemplazos: Kevin Hassett, ex asesor económico de Trump; Kevin Warsh, figura conservadora cercana a Wall Street; y Scott Bessent, actual secretario del Tesoro. Todos comparten la misma visión: menos independencia para la Fed, más alineación con la política presidencial.
Este posible cambio preocupa incluso a republicanos moderados. La Fed, pilar de la estabilidad monetaria mundial, debe estar protegida de las presiones políticas. Si se convierte en una extensión del ejecutivo, el impacto en los mercados podría ser devastador.
Los mercados frente a una nueva era de desconfianza
Desde enero de 2025, los inversores trataban de acostumbrarse al regreso de Trump. Pero esta ofensiva sobre las instituciones económicas cambia el panorama. Si los datos se politizan, ¿cómo se puede anticipar la inflación, las tasas, el dólar? El riesgo de perder credibilidad en las estadísticas oficiales es real y mundial.
Esta decisión es extremadamente perjudicial. Debilita todo el sistema estadístico estadounidense.
Una presidencia marcada por el control
Después de desafiar a la justicia, las agencias federales y los medios de comunicación en su primer mandato, Trump ahora se dirige a los datos económicos. En 2025, ya no solo quiere gobernar: quiere escribir la realidad económica él mismo.