Bitcoin inicia la semana con calma, rondando los 89,700 dólares, en un contexto donde el oro acaba de alcanzar un nuevo récord histórico por encima de los 4,380 dólares la onza, mientras que las acciones asiáticas avanzan, impulsadas por un aumento en el optimismo macroeconómico.
El oro en plena euforia, señal macro fuerte
La actuación del oro claramente domina el panorama macroeconómico. Este metal precioso está en camino de tener su mejor año desde 1979, respaldado por compras sostenidas de bancos centrales y flujos continuos hacia los ETF respaldados por oro.
Esta escalada del oro no siempre va en detrimento de los activos de riesgo. Por el contrario, convive con un ascenso en los mercados de acciones asiáticos. El índice MSCI Asia Pacific Index sube más del 1%, impulsado por valores tecnológicos, siguiendo la tendencia observada en Wall Street al final de la semana pasada. Los futuros estadounidenses también se encuentran en verde, contribuyendo a estabilizar el sentimiento global.
El Japón en el centro de la atención
Asia sigue experimentando dinámicas contrastantes. Japón centra la atención luego de la reciente subida de tasas del Banco de Japón, que ha impulsado los rendimientos de bonos a máximos de varios años. El yen se ha fortalecido tras advertencias oficiales sobre movimientos cambiarios excesivos, confirmando un cambio gradual después de años de política ultra accommodativa.
Esta normalización monetaria en Japón está provocando una recomposición de los flujos internacionales, sin embargo, aún no genera un impacto inmediato en los activos de riesgo a nivel mundial.
Bitcoin respaldado por flujos institucionales, limitado por la liquidez
En cuanto a Bitcoin, las señales fundamentales siguen siendo positivas. Según K33 Research, los inversores a largo plazo están cerca del final de una fase prolongada de distribución. Al mismo tiempo, los compradores institucionales están absorbiendo más BTC de lo que los mineros producen, a pesar de una corrección de más del 30% desde los máximos de octubre. Las tesorerías corporativas y los ETF continúan acumulando, incluso en un mercado aún vacilante.
A corto plazo, domina la prudencia. La liquidez al final del año es baja y la disminución progresiva del endeudamiento limita la magnitud de cualquier recuperación. Bitcoin se encuentra en la encrucijada entre un entorno macroeconómico más favorable, impulsado por las expectativas de recorte de tasas y la demanda de activos refugio, y las cicatrices aún visibles de un cuarto trimestre brutal.
El mercado parece respirar, aunque no está listo para lanzarse audazmente en busca de nuevos máximos.