El financiamiento corporativo vuelve a ascender al ritmo de la inteligencia artificial, pero esta vez los gestores están comenzando a moderar su optimismo. La mayoría de ellos considera que las empresas están gastando demasiado rápido, demasiado fuerte y sobre todo, masivamente en la infraestructura necesaria para la inteligencia artificial. La última encuesta mensual del Bank of America lo confirma: por primera vez desde 2005, el saldo neto de los gestores que consideran que las empresas ‘sobreinvierten’ se vuelve mayoritario con un 20%. Una señal simbólica que revela un creciente malestar alrededor del ciclo de expansión alimentado por la IA.
Un ciclo dopado por la IA, pero fragilizado por el exceso
Esta alza se explica por las preocupaciones relacionadas con la magnitud y el financiamiento del auge de las inversiones en infraestructura de IA.
El mercado tecnológico estadounidense roza máximos históricos gracias a la fiebre de las inversiones en hardware, data centers y chips de nueva generación. Nvidia incluso ha alcanzado una capitalización de mercado de 5 billones de dólares, un récord absoluto. Pero este motor que impulsó a Wall Street durante un año muestra sus primeras fallas: el Nasdaq cede un 4% en el mes, los futuros americanos apuntan a la baja, y la acción de Nvidia retrocede después de que el fondo de Peter Thiel vendiera por completo la posición. Los inversores temen una mecánica demasiado dependiente de un flujo constante de gastos masivos. Un crecimiento alimentado por unos gastos de capital cada vez más pesados se convierte, a sus ojos, en una fina línea entre una expansión saludable y una especulación desenfrenada.
Una explosión del financiamiento crédito
El apetito insaciable de las compañías por financiar sus proyectos de IA también está transformando los mercados de bonos. Las emisiones ya superan los 200 mil millones de dólares en los Estados Unidos, y los analistas advierten de un verdadero diluvio por venir. Especialistas como Anton Dombrovskiy señalan que el crédito privado y público se está convirtiendo en una de las principales fuentes de financiamiento para la IA. Un cambio de paradigma que abre el acceso a abundantes capitales, pero a costa de un endeudamiento creciente. Esta oleada plantea una pregunta estratégica: ¿hasta dónde los mercados aceptarán financiar un ciclo de inversión tan intenso sin exigir una rentabilidad inmediata?
La burbuja IA, un riesgo cada vez más dominante
Más de la mitad de los gestores encuestados consideran que las acciones relacionadas con la IA ya están en una burbuja. Cuatro de cada diez incluso creen que este es el principal riesgo extremo para los mercados globales, muy por delante de la inflación o una disminución del consumidor estadounidense. Este escenario gana peso a medida que los gastos se vuelven desproporcionados en relación con los ingresos generados realmente. Algunos temen que la euforia en torno a la IA sirva de justificación para inversiones colosales cuya rentabilidad sigue siendo teórica.
Un optimismo paradójico de los inversores
A pesar de estas señales de sobrecalentamiento, el sentimiento general sigue siendo sorprendentemente alto. Los niveles de efectivo en las carteras caen al 3,7%, un mínimo históricamente asociado con una corrección de acciones y un regreso de las obligaciones en los meses siguientes. Este contraste resume perfectamente el estado de los mercados: una fuerte confianza en el potencial a largo plazo de la IA, pero una creciente preocupación sobre la velocidad a la que las empresas están quemando capital para mantenerse en la carrera. El debate se intensifica: ¿Crecimiento sostenible o burbuja bajo esteroides? Los próximos resultados de Nvidia y la trayectoria del crédito podrían resolver rápidamente la incertidumbre.